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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Durante

Cuando se produjo el terremoto, se produjo una nube de polvo blanco de todo el hormigón que colapso, el principal material de construcción en Haití. Era común que la gente utilice arena sucia excavadas en los arroyos, que se mezcla con demasiada agua y la mezcla de hormigón es muy poca.

Cientos de edificios colapsados; la infra-estructura del país destruida; un gobierno paralizado ante la tragedia, totalmente rebasado e incapaz de hacer frente a la emergencia; víctimas atrapadas en los escombros una semana después del evento; la infraestructura hospitalaria prácticamente obliterada; incapacidad logística para distribuir la ayuda llegada del extranjero.

En Puerto Príncipe se estima que casi tres cuartas partes de las construcciones fueron destruidas o están severamente dañadas; y en el poblado vecino de Léogâne, epicentro del terremoto del 12 de enero, la proporción se acerca al 90%. Los edificios gubernamentales se colapsaron casi en su totalidad, obligando al presidente a atender sus funciones y la emergencia en una pequeña oficina de la policía. La información del número de muertes ha oscilado con cada declaración del gobierno haitiano; se habla de al menos 150,000 decesos, aunque hay organizaciones independientes que afirman que el número podría llegar a 200,000. Expertos más conservadores, sin embargo, citan cifras menores: entre 40,000 y 50,000 muertos.

En cuanto a la reaccion de las personas no hay mucho que decir, ya que es logica. La desesperación, el miedo y la impotencia que sentian se ve reflejado claramente en el poema ``Terremoto Infernal´´ y en el video de la camara de seguridad de un mercado

TERREMOTO INFERNAL

(Por Héctor José Corredor Cuervo)
Hoy Haití es cual hoja a la deriva
que se hunde entre las aguas del dolor
y que implora tan solo al Salvador
un diluvio de afecto desde arriba.
Entre sombras de olvido se marcharon
miles de almas a conversar con Dios
y a pedir por los seres que quedaron
gran comprensión para escuchar su voz.
En las calles se sienten alaridos
de la vida escondida entre bastiones
pidiendo protección de los heridos
y un mendrugo de pan a las regiones.
En praderas camina la agonía
buscando agua para calmar la sed
y solo encuentra la parca en la vía
que le brinda el acíbar de su red.
Allí quedaron solo los escombros
de un gran pueblo ahogado en la miseria
que levanto a Colón sobre sus hombros
y que ofreció su mano a toda Iberia.
¡Auxilio!, ¡Auxilio!, ¡Auxilio!, hoy es el grito
que retumba con eco en las naciones
para que vuelva a su nido el chorlito
sin temor a temblores y a ciclones.




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