Cientos de edificios colapsados; la infra-estructura del país destruida; un gobierno paralizado ante la tragedia, totalmente rebasado e incapaz de hacer frente a la emergencia; víctimas atrapadas en los escombros una semana después del evento; la infraestructura hospitalaria prácticamente obliterada; incapacidad logística para distribuir la ayuda llegada del extranjero.
En Puerto Príncipe se estima que casi tres cuartas partes de las construcciones fueron destruidas o están severamente dañadas; y en el poblado vecino de Léogâne, epicentro del terremoto del 12 de enero, la proporción se acerca al 90%. Los edificios gubernamentales se colapsaron casi en su totalidad, obligando al presidente a atender sus funciones y la emergencia en una pequeña oficina de la policía. La información del número de muertes ha oscilado con cada declaración del gobierno haitiano; se habla de al menos 150,000 decesos, aunque hay organizaciones independientes que afirman que el número podría llegar a 200,000. Expertos más conservadores, sin embargo, citan cifras menores: entre 40,000 y 50,000 muertos.
En cuanto a la reaccion de las personas no hay mucho que decir, ya que es logica. La desesperación, el miedo y la impotencia que sentian se ve reflejado claramente en el poema ``Terremoto Infernal´´ y en el video de la camara de seguridad de un mercado
TERREMOTO INFERNAL
(Por Héctor José Corredor Cuervo)
Hoy Haití es cual hoja a la deriva
que se hunde entre las aguas del dolor
y que implora tan solo al Salvador
un diluvio de afecto desde arriba.
Entre sombras de olvido se marcharon
miles de almas a conversar con Dios
y a pedir por los seres que quedaron
gran comprensión para escuchar su voz.
En las calles se sienten alaridos
de la vida escondida entre bastiones
pidiendo protección de los heridos
y un mendrugo de pan a las regiones.
En praderas camina la agonía
buscando agua para calmar la sed
y solo encuentra la parca en la vía
que le brinda el acíbar de su red.
Allí quedaron solo los escombros
de un gran pueblo ahogado en la miseria
que levanto a Colón sobre sus hombros
y que ofreció su mano a toda Iberia.
¡Auxilio!, ¡Auxilio!, ¡Auxilio!, hoy es el grito
que retumba con eco en las naciones
para que vuelva a su nido el chorlito
sin temor a temblores y a ciclones.
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